La sangre de los fósiles, Barcelona, Tusquets, 2005.
«Hasta aquí llegó el río». Tú acaricias
la reseca inscripción que conmemora
la crecida del Arno, y hoy su cauce,
ya devuelto a su ser bajo los puentes,
respeta con antigua cortesía
los sueños clausurados de esta casa
y deposita en ti su paraíso.
Como recién lavadas se pasean
ante tus ojos todas las edades.
Aquí se amaron Beatriz y Dante
sin ensuciar su amor con torpes besos;
aquí tu sucio amor pudre y envicia
el aire de tu boca, que es el mismo
que respiraste ayer. El que te queda.
Y el aire de los vivos, desbocado,
pródigo de esplendor y de belleza,
adorna la ciudad con su venganza.
En estas calles todo lo que tienes,
todo el color, toda la luz que admiras
sigue mermando tu caudal, y el tiempo
te mata con modales florentinos.